sábado, 12 de diciembre de 2009

El navegante del mar de lágrimas.

Capitulo I: Mi Primera Vida.

No podía creer que se haya ido. El dolor que creía imposible llegar por fin había arribado a mi corazón como un balde de agua hirviendo para despertar de algo que parecía un sueño.
Me llamo Gibran Alberto, tengo 76 años y he perdido a mi esposa. Esta es mi historia.

Su nombre era Irene Del Rocío.
La conocí teniendo 3 años cuando comenzamos a cursar nuestros primero años de escuela en el kinder "Principitos". A raíz de que estábamos en el mismo jardín de niños nuestras madres comenzaron a frecuentarse bastante y se hicieron buenas amigas. Como cualquier madre, ellas querían que sus hijos por los cuales ellas se conocían, algún día se casaran y formaran una familia para que sus hijos siguieran los mismos pasos que ellas. Ella vivía a 2 calles de mi casa así que esta de más decir que la veía muy seguido.
Los días pasaron como segundos y ya nos encontrábamos sentados enfrente de la maestra Inés en el 3er grado de primaria.
La familia de Irene ya era también mi familia. En cada reunión invitaban a los padres de Irene así que ahora todos mis parientes querían que nosotros dos tengamos un futuro entrelazado.
Seguimos juntos en la misma primaria pero yo aun no sentía nada especial por ella, la veía como algo así como una hermanita y la quería mucho pero nunca sobrepasamos el nivel de amigos hasta terminada la primaria.
El primer día de Secundaria yo platicaba con mis amigos de la primaria en la plaza cívica acerca de las niñas del tercer grado cuando ocurrió: Irene caminaba hacia mi con su particular y muy elogiado cabello ondulado ondeándose como una bandera frente al viento y el sol iluminaba su rostro de tal manera que ella parecía tener cierto aura alrededor. Era la primera vez que mis hormonas se encendían, como si algo que estaba en mi pero muy adentro haya despertado para hacerme ver a esa hermosa escultura femenina que caminaba despampanante.
Desde ese momento comencé a adorarla en secreto, pero por supuesto pensaba que era totalmente erróneo, que mis padres estarían completamente en contra y que sus padres me odiarían por querer llevarme a su preciada hija de sus brazos.
Los meses pasaban y no sabia que hacer, esos sentimientos se retorcían en mi interior como una fuerte infección estomacal y ella no tenia ni idea de lo que sucedía en mi.
Llegado el Tercer grado de secundaria y yo con una mente mucho mas rebelde que en primer grado, me arme de valor y en la noche de graduación le dije: Oye Ire, me gustaría que bailaras conmigo.
A lo que ella respondió: ¡Pero a ti no te gusta bailar! siempre he querido bailar contigo y tu nunca me invitabas...
Lo que sentí en ese momento es extraño de explicar, era como si una alarma en mi cabeza me gritara ¡DILE QUE LA AMAS!, pero la sangre bajo de mi cabeza, razone mis siguientes palabras y le dije: No te preocupes Irene, todo cambiará a partir de ahora.
Esboce una gran sonrisa que sorprendentemente me salio muy natural por lo nervioso que estaba y le tendí la mano, ella estupefacta tomo mi mano y bailamos toda la noche.
Estando en la pista de baile le susurre al oído que era la mejor noche de mi vida y que pensaba que era el inicio de algo muy importante a lo que ella me respondió con el primer y el mejor beso de mi vida.
Los años de Preparatoria fueron difíciles, pero con ella a mi lado y yo al suyo todo pareció suceder tan rápido.
Mi vida no podía estar mejor, a veces me preguntaba si todo era todo era cierto por que parecía irreal la felicidad que habitaba en mí hasta que el destino me hizo saber que la vida en algún momento tiene que dar un cambio MUY drástico...